En una tierra alejada, con un clima húmedo cálido yacía una sociedad pequeña de no más de 50 mil habitantes, algunos de ellos se conocían desde pequeños, otros en cambio llegaban de distintos lugares, con variedad de edades.

 

Esta comunidad era famosa por su cacao y carnitas, había gente muy devota, que todos los fines de semana asistían a la iglesia desde las ocho de la mañana había gente esperando que iniciara la misa, así poco a poco los devotos de la iglesia católica se juntaban para orar, en cambio otras personas se reunían en la plaza principal a comer elotes, chicharrines, tomar el famoso cacao, mientras degustaban estos ricos alimentos platicaban familias enteras entre carcajadas y platicas más serías, para entretener a los niños llevaban pelotas o les compraban un globo o juguete improvisado que vendían en esa misma plaza, algunos otros adultos y niños preferían escuchar a unos payasitos.

Otros en cambio preferían la tranquilidad de unas albercas, que eran un área recreativa para convivir con la familia, con el novio y los amigos, asando una carne, comiendo unas cemitas exprés, disfrutando de la convivencia y el buen vivir.

Otros en cambio se dispersaban desde la mañana en campos deportivos, ahí se practica el basquetbol, futbol, tenis, beisbol, iban solos o con la familia a disfrutar de la competencia sana que se practica en estas áreas, una vez terminado el juego, se reunían para conversar que es lo que les había salido mal, ver los errores, disfrutar sus triunfos y por qué no, verse ya en semifinales.

En cambio otras familias preferían ir al mercado municipal hacer su mandado, a comprar el arroz, los frijoles, las verduras, los lácteos y hasta algún otro electrodoméstico en las tiendas departamentales que se encontraban en la zona centro de esta tierra alejada.

Al finalizar el día, se observa cómo la gente va desocupando estas áreas de esparcimiento, poco a poco se van llenando los pocos botes de basura, el aire va tirando la basura copeteada de este bote, se oscurece más y empiezan a llegar los perros callejeros que husmean entre la basura buscando que comer, ya pasadita la media noche, las ratas salen de sus nidos para buscar comida y poder sobrevivir.

En una tierra no muy lejana esto ocurre todos los fines de semana.

El lunes por la mañana, ya no hay ratas, ni perros callejeros, payasitos menos, los botes de basura no están copeteados y todos siguen sus actividades cotidianas, algunos se van a sus trabajos que no quedan en esta comunidad, otros abren sus negocios y las demás personas llegan a sus oficinas para seguir trabajando con los pendientes o los nuevos trabajos que vayan surgiendo. 

“ver la paja en el ojo ajeno, pero no darse cuenta de la biga que traen en el suyo”

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