Autoridades de papel
Hace no muchos años las autoridades eran respetadas o amadas sea por su virtud o por la fuerza de su poder (autoridad: Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho): en esos tiempos nadie podía hacer objeto de burla o mofa a la autoridad o a otros y menos frente a la misma autoridad sin que pagara inmediatamente las consecuencias; era imposible desobedecer ante el poder de una autoridad, el más ligero signo de resistencia o incomodidad ante una orden por parte del subordinado ameritaba un severo castigo; nadie mordía la mano de quien les da de comer porque quien da de comer es la autoridad (nadie pateaba el pesebre); los subordinados tenían que someterse les gustara o no, obedecer inmediatamente y de buena gana; nadie por encima de la ley porque la ley es la autoridad… Esos años y esas autoridades “pasaron y perdieron su fuerza”, con ello un bien y un mal social llegaron.
El bien social que tenemos hoy es claro: no tenemos que hacer reverencias a las autoridades, no estamos obligados ni sometidos para amarlas, podemos hacer crítica y mofa para juzgar el trabajo o las actitudes de la autoridades pues no son perfectas ni absolutas, la desobediencia justa y digna nos mueve hacia otras alternativas de relación social, no estamos obligados a lamer la mano de nadie incluso aunque su protección y su bonanza nos cobije, y como nosotros nos damos de comer a nosotros mismos…Los subordinados de hoy pueden elegir (¿ o no?), se pueden enojar, no obedecer y hacer que se respeten sus derechos y su dignidad humana.
El mal social producto de la caducidad de la antigua escuela de las autoridades es tan claro que no lo vemos. Un padre de familia en muy pocos casos es una autoridad, su falta de virtud o su mano blanda lo hacen un cero a la izquierda o en el peor de los casos un subordinado: antes los hijos pedían permiso a los padres y hoy los padres les piden permiso a los hijos; el exceso de permisividad y “tolerancia” se revierte al grado de criar holgazanes, mentirosos, fracasados… ¿quién es el responsable? Dicen que los maestros de la escuela. Los maestros de hace un tiempo también eran una figura de autoridad: los alumnos se ponían de pie cuando entraba un maestro al salón de clases, guardaban silencio sin que se los pidieran, obedecían al momento y difícilmente se ponía en entredicho la calidad moral e intelectual de un maestro, los casos de maestros respetados son cada vez menos, se ve a los maestros como rivales de los padres de familia ¿cómo les va a decir un maestro lo que tienen que hacer? (la virtud o la fuerza no están presentes). En casos “más complejos” nuestras autoridades municipales o delegacionales pierden su capacidad de mando ante una ciudadanía irresponsable, indisciplinada, voluntariosa, negligente, omisa…; el presidente municipal, el diputado, el gobernador y el rector de la universidad (que hoy quieren ser uno y lo mismo), el presidente de la república… son el meme del día, la representación del absurdo, la representación de la tranza, la expresión vil de las ratas… (La virtud o la fuerza cada vez más ausentes).
Ser una autoridad no es fácil, no se aprende en un manual, la virtud no es producto de la gracia de dios, no se hereda, no se mama. El ejercicio de la fuerza de una autoridad es sin duda una facultad que merece su reivindicación en su apropiada dimensión (sin duda el debate será su aplicación y sus límites, sus beneficios pragmáticos o sus logros). En este sentido, es válido reflexionar sobre la función, resultados y obligaciones de las autoridades en el sentido general y particular de la palabra. La crisis de autoridad no es nuevo ni sorprende pero en los tiempos actuales es una expresión de que algo no está funcionando y tenemos entonces que hacer una revisión de nuestros supuestos y presupuestos. Cuestionemos nuestra práctica como autoridades, analicemos nuestra función, nuestras obligaciones, nuestra capacidad para ejercer el mando de forma racional, justa y humana.
PD. Invitados están al círculo de prácticas filosóficas que se lleva a cabo en la ciudad de Tlaxcala de forma quincenal, destinada en esta ocasión a quienes trabajan o trabajaran con grupos de personas y desean aplicar la filosofía en su vida y su trabajo. Fechas iniciales 16 y 30 de enero, ponerse en contacto. Salud!