Como es de nuestro conocimiento, o en caso de que usted sea ajeno a todos los acontecimientos que ocurren en nuestro país, recordemos, o en su caso, le informo, el Jefe del Gobierno del entonces Distrito Federal, envío una iniciativa al Congreso General, para que el Distrito Federal fuese una Entidad Federativa, bajo diversos argumentos a favor y en contra de tal proyecto, (más a favor que en contra), dicha iniciativa fue aprobada.

Entre diversos vaivenes políticos, sociales, culturales, económicos, etcétera; desde el año pasado contamos con un Estado más, la mal denominada, Ciudad de México; y digo mal denominada, porque ése no es el nombre que debió llevar el nuevo Estado, y no es porque yo lo diga, nuestra Constitución desde que se creó en 1917, contempló que en algún momento iba a suprimirse el Distrito Federal y se estipuló el nombre que ése llevaría al convertirse en una Entidad Federativa, es decir, como debió llamarse correctamente es el Estado del Valle de México.

Desde ahí, nos percatamos, al menos algunos, del gran desconocimiento e ignorancia de los Legisladores, y si aún dudan de ello, pueden consultar nuestra Constitución, anterior a la actual reforma, en su numeral 44. Y sí, así habían iniciado, digamos que, hasta cierto punto mal, en ese momento, no nos imaginábamos como sería elaborada toda la normativa que regularía dicha Entidad, en específico su Constitución Local.

Entre tantos dimes y diretes, primero para conformar el Congreso Constituyente, después para analizar la iniciativa enviada por el Dr. Miguel Ángel Mancera, enseguida para saber que iba y que no iba en la Constitución, posterior, para redactar una Ley “moderna”; finalmente, llegó el gran día y tenemos una nueva Constitución acorde a nuestra actualidad y realidad.

Y digo que tenemos una nueva Constitución, porque todo lo que ocurre en la hoy Ciudad de México se replica en el resto de país, tarde que temprano. Estoy seguro que será un parte aguas de innovación y progreso esta nueva norma, esperado que traiga en sí el beneficio idóneo tanto para los gobernados como para los gobernantes, y es, como dice Solón “La sociedad está bien gobernada cuando los habitantes obedecen a sus autoridades, y las autoridades obedecen a sus leyes”

Hasta la publicación de esta opinión, no he tenido el privilegio de leer ése nuevo ordenamiento en su totalidad, cabe hacer mención que haré lo necesario para analizar y emitir una opinión al respecto de lo bueno o malo que estipula dicha ley, antes de su entrada en vigor, en septiembre, porque estoy casi seguro, habrá cambios en ella, porque como casi siempre ocurre, saldrá algo que se le habrá pasado al constituyente realizar.